La valoración funcional es la evaluación de las capacidades físicas del anciano para determinar su autonomía e independencia en el ambiente que le rodea y es esencial para establecer un diagnóstico, un pronóstico y un juicio crítico, en los que se basarán las decisiones para el tratamiento individual.
OBJETIVO
Determinar el grado de dependencia funcional en pacientes ancianos con discapacidades.
La valoración funcional es la evaluación de las capacidades físicas del anciano para determinar su autonomía e independencia en el ambiente que le rodea, evitando la incapacidad y estimulando la independencia. Tiene como premisa, poder objetivar cualquier alteración en los diferentes campos de funcionamiento para realizar un razonamiento lógico de lo que le ocurre al paciente y encaminarlo en las terapéuticas apropiadas. Efectuada la evaluación y conocida la situación de las diferentes áreas, podremos diseñar un plan individualizado de actuación preventiva, terapéutica o rehabilitadora con el fin de lograr el mayor grado de independencia o lo que es lo mismo la mejor calidad de vida del anciano.
La valoración de la función física en personas con discapacidad se enfoca en capacidad para realizar actividades básicas de la vida diaria, valorándose como incapacidad para realizarlas aún con ayuda, capaz sin ayuda de otras personas o capaz pero con asistencia. Esta es una labor de rutina en los centros y unidades de rehabilitación. Los índices para medir la discapacidad física son cada vez más utilizados en la investigación y en la práctica clínica, especialmente en los ancianos, cuya prevalencia de discapacidad es mayor que la de la población general.
Cuando se evalúa la función de un anciano discapacitado se analiza, por una parte, la acción y, por otra, la posible necesidad de ayuda para realizarla. Dicha evaluación puede hacerse directamente presenciando su ejecución o de forma indirecta a través de la opinión del paciente, de sus familiares o cuidadores. Dependiendo de la clase de apoyo que precise el paciente, se la clasificará en dependiente o independiente para la ejecución de la tarea en cuestión.
Estado civil
Ocupación
Convivencia: Variable cualitativa ordinal- Apoyo familiar total (AFT): ancianos que viven con otros miembros de la familia, que tienen posibilidades reales de prestarle atención para poder desarrollar sus actividades personales. Si las respuestas a las preguntas eran: Pregunta 1: a, b y c; 2: a, b y c; 3: a.
- Apoyo familiar parcial (AFP): cuando la familia o conviventes tienen dificultades para una correcta atención al paciente. Si las respuestas a las preguntas eran: Pregunta 1: d; 2: d; 3: b y d.
- Sin apoyo familiar (SAF): ancianos que viven solos, sin familia ni allegados que puedan prestarles atención. Si las respuestas a las preguntas eran: Pregunta 1: e; 2: e; 3: d.
Nivel de actividad: Variable cualitativa ordinal: Bueno: Si las respuestas a las preguntas eran: Preguntas 4 y 5: a y b; Regular: Preguntas 4 y 5: c; Malo: Preguntas 4 y 5: d.
Presencia de barreras arquitectónicas: Presentes: Si las respuestas a las preguntas eran: Preguntas 6 y 7: a; Ausentes: Preguntas 6 y 7: b.
Aspectos psicológicos
Aspecto cognitivo: Mini-Mental test: Signos de deterioro cognitivo: Ausente si puntuación del test mayor o igual que 24 y Presente si menos de 24 en la puntuación del test.
Aspecto afectivo:
- Relaciones sociales: Buenas: Si las respuestas a las preguntas eran: Pregunta 8: a y b; Regulares: Pregunta 8: c; Mala: Pregunta 8: d.
- Síntomas de Depresión y ansiedad: Presente: Si las respuestas a las preguntas eran: Pregunta 9: a y b; Ausente: Pregunta 9: c y d.
- Valoración del estado de salud. Pregunta 10
" Adecuado: La valoración del paciente se corresponde con su estado clínico actual.
" Sub.-valoración: El paciente no le atribuye a su estado clínico la severidad que tiene.
" Sobre-valoración: El paciente atribuye a su estado clínico una severidad mayor a la real.
Aspectos clínicos
Comorbilidad de Enfermedades Crónicas no trasmisibles (ECNT)
Se tuvo en cuenta los antecedentes patológicos personales referidos por el encuestado: Ausente - 0 Presente - 1, 2 ó más (ECNT).
Dificultad visual: Pregunta11: Presente o Ausente
Dificultad auditiva: Pregunta 12: Presente o Ausente
Trastornos de la sensibilidad: Pregunta 13: Presente o Ausente
Ayuda técnica para la marcha: Pregunta 14: Presente o Ausente
.
Se aplicaron además dos instrumentos:
a) Examen Mínimo del Estado Mental (EMEM), nos permitió identificar signos de deterioro cognitivo en el anciano, se trata de un test de cribaje de demencias, útil también en el seguimiento evolutivo de las mismas. Puntúa como máximo un total de 30 puntos, el punto de corte para demencia se establece habitualmente en 24 puntos, en estos casos se considerarán como signos de deterioro cognitivo. Si hay que anular algún punto (a causa de analfabetismo, ceguera, hemiplejia) se recalcula proporcionalmente. Los ítems están agrupados en cinco apartados que comprueban orientación, memoria inmediata, atención y cálculo, recuerdo diferido, y lenguaje y construcción.
b) El Índice de Barthel, nos permitió identificar el grado de dependencia en las actividades básicas de la vida diaria (los ítems están agrupados en 10 apartados que comprueban la independencia para: comer, lavarse, vestirse, arreglarse, deposiciones, micciones, usar el retrete, trasladarse, deambular y para subir y bajar escaleras. Puntúa como máximo un total de 100 puntos).
Resultado del test: Independiente- 100; Dependencia leve- ? 60; moderada- 40-55; grave- 20-35; grave- < 20.
Gerokomos
versión impresa ISSN 1134-928X
Gerokomos vol.22 no.4 Madrid dic. 2011
http://dx.doi.org/10.4321/S1134-928X2011000400003
Functionality
of the elderly and nursing care
Martha Graciela Segovia Díaz de León; Erika Adriana
Torres Hernández
Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de San
Luis Potosí.
RESUMEN
La funcionalidad ubicada como parte de la valoración
geriátrica y gerontológica ha venido tomando fuerza conforme pasa el tiempo;
importante para el equipo multi e interdisciplinar y como parte del personal de
enfermería que brinda atención a los adultos mayores. En el desarrollo del
trabajo, se exponen conceptos claves, así como la evolución de los diferentes
términos que se engloban en la funcionalidad. Esto basado tras una revisión
exhaustiva de diferentes autores expertos en el tema, con el fin de crear un
panorama amplio de la funcionalidad, principalmente para el campo de
enfermería.
Palabras clave: Funcionalidad, adulto mayor,
modelos de cuidado.
Introducción
La funcionalidad ubicada como parte de la valoración
geriátrica y gerontológica ha venido tomando fuerza conforme pasa el tiempo;
importante para el equipo de multi e interdisciplinar y como parte del personal
de enfermería que brinda atención a los adultos mayores. Sin embargo, para
poder iniciar la valoración, es necesario conocer conceptos básicos
relacionados con la funcionalidad, y modelos de atención para brindar el
cuidado a estos pacientes.
En el desarrollo del trabajo se exponen conceptos claves, así
como la evolución de los diferentes términos que se engloban en la
funcionalidad. Todo ello tras una revisión exhaustiva de diferentes autores
expertos en el tema, con el fin de crear un panorama amplio de la
funcionalidad, principalmente para el campo de la enfermería.
Por tanto, el objetivo del presente trabajo será dar a
conocer los conceptos fundamentales que engloba a la funcionalidad, así como
los diferentes modelos de cuidados para el personal de enfermería con el único
fin de brindar una mejor atención al adulto mayor a partir de la valoración del
mismo.
El concepto de salud ha experimentado un cambio importante,
desde una noción negativa centrada en la ausencia de enfermedades a una
concepción más positiva, "de estado de bienestar físico, mental y social y
no solo la ausencia de enfermedad".
Menéndez refiere que en 1975 la OMS intentó dar una
definición operacional del concepto de salud en la que se tomara en cuenta la
función, considerándola como "un estado o calidad del organismo humano que
expresa su funcionamiento adecuado en condiciones dadas, genéticas o
ambientales"(1).
A través del tiempo, la misma Organización Mundial de la
Salud, mediante la Clasificación Internacional del Funcionamiento de la
Discapacidad y de la Salud (CIF), considera al funcionamiento "como una
relación compleja o interacción entre las condiciones de salud y los factores
contextuales (ambientales y personales)" (2); la interrelación compleja
entre el estado de salud (trastorno o enfermedad) y factores contextuales,
donde se implica la integridad funcional y estructural del hombre, actividades
y participación por otra, culminados en la capacidad para realizar tareas o el
desempeño en un entorno real, propiciado por factores ambientales como
facilitadores, versus la existencia de la deficiencia
(funcional o estructural) y/o la limitación en la actividad, y/o restricción en
la participación que por ende genera la discapacidad, propiciado por barreras u
obstáculos, derivados de factores ambientales
De tal forma que un sujeto puede tener deficiencia sin
limitación en la actividad, o bien tener limitaciones en la actividad sin
deficiencias evidentes o, por otra parte, tener problemas de participación, sin
deficiencias o limitaciones en la actividad; o en otra vertiente, tener
limitaciones en la actividad sin problema de participación; esto nos demuestra
la complejidad de la interacción entre los diversos factores. Idea con la que
concuerda Querejeta (2003), haciendo alusión al aspecto positivo de la
interrelación de los factores e involucrando los factores sociales en el
concepto de funcionalidad.
Adicionalmente, Querejeta considera la discapacidad cómo un
término genérico que incluye deficiencias, limitaciones en la actividad y
restricciones en la participación; indica los aspectos negativos de la
interacción entre el individuo (con una determinada "condición de
salud" y sus factores contextuales [social/ambiental]) (3).
En otra vertiente más particular, Hazzard (2007), con una
ideal igualmente holística, menciona la interacción de diferentes dimensiones
para la evaluación geriátrica e identifica el estado funcional del anciano, no
involucrando solo el aspecto médico, sino de forma más global involucrando los
aspectos cognitivo, afectivo, factor medioambiental, soporte social, factor
económico y espiritualidad (4).
En congruencia con Hazzard, y todavía de forma más
generalizada, Pérez del Molino (2008) refiere que se deben incluir las esferas
física, mental y social en la valoración geriátrica, y la integración de estas
tendrán como resultado la función o situación funcional de un sujeto,
expresando su capacidad para vivir de forma independiente (5); cuando ya antes
Kirk y Mayfield consideraban en 1998 los mismos aspectos, solo sumando la
situación económica al grado de actuación que tiene el individuo en las
actividades relacionadas con la vida cotidiana para descubrir cuál es la fuente
potencial de la incapacidad o deterioro, así como sus necesidades (6).
Similarmente, en una dimensión cuádruplo dinámica, Pedrero y
Pichardo (2009) identifican la funcionalidad en geriatría holísticamente,
integrando los aspectos físico, mental, sociofamiliar, agregando lo económico
(7). No solo identificando la funcionalidad, sino la discapacidad,
desacondicionamiento o grado de incapacidad del adulto mayor. Por tanto,
considera anciano sano el que se mueve y toma sus propias decisiones,
independientemente de las enfermedades que tenga, y anciano enfermo el que deja
de moverse y de tomar sus propias decisiones, se vuelve dependiente; quien
requiere de mayor atención y gastos.
La función también depende de aspectos relacionados con el
paciente y su enfermedad, la gravedad de esta, su impacto sobre el estado
físico, la cognición o el ánimo, la motivación por mejorar y las expectativas
personales, según los define en cuanto a Pérez del Molino y cols. (5), y
concuerda con la OMS, de eliminar el concepto de deficiencia, discapacidad y
minusvalía como sinónimos y plantea el funcionamiento y discapacidad
globalmente, basado en un modelo biopsicosocial, considerando al individuo en
el contexto en donde se desenvuelve.
Como se ha determinado hasta el momento la funcionalidad es
multidimensional; sin embargo, para el aspecto particular de funcionalidad
física, Rikli R en: Lobo y cols. 2007, la consideran como "la capacidad
fisiológica y/o física para ejecutar las actividades de la vida diaria de forma
segura y autónoma, sin provocar cansancio" (8); la funcionalidad o
independencia funcional es aquella en la cual se pueden cumplir acciones
requeridas en el vivir diario, para mantener el cuerpo y poder subsistir
independientemente; por tanto, cuando el cuerpo y la mente son capaces de
llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana se dice que la capacidad
funcional está indemne.
Desde una perspectiva funcional un adulto mayor sano es
aquel capaz de enfrentar el proceso de cambio a un nivel adecuado de
adaptabilidad funcional y satisfacción personal; por consiguiente, la función,
definida por Lazcano (2007), es "la capacidad para efectuar las
actividades de la vida co tidiana" (9), Medina y cols. (2007) definen la
funcionalidad como "el grado de independencia o capacidad para valerse por
sí mismo para la vida" (10).
La capacidad funcional del adulto mayor es definida como
"el conjunto de habilidades físicas, mentales y sociales que permiten al
sujeto la realización de las actividades que exige su medio y/o entorno".
Dicha capacidad viene determinada, fundamentalmente, por la existencia de
habilidades psicomotoras, cognitivas y conductuales. La habilidad psicomotora,
entendida como la ejecución de habilidades práxicas que requieren la actividad
coordinada muscular, junto con un proceso cognitivo de intencionalidad, que son
las bases para las actividades de la vida diaria, según Spiridus y Mc Rae en
García y Morales (2004) (11).
Desde otra óptica, Sosa Ortiz y cols. identifican el término
funcionalidad desde la capacidad del sujeto para movilizarse en su entorno,
realizar tareas físicas para su autocuidado, conductas y actividades para
mantener su independencia y relaciones sociales; por tanto, son utilizados un
sin número de instrumentos para medir la funcionalidad en la esfera física, mental
y social (12).
Por otra parte, Rodríguez y Alfonso (2006) consideran que
para la capacidad funcional hay que tomar en cuenta la propia evolución de
patologías múltiples superpuestas, procedimientos diagnósticos y terapéuticos,
entre ellos la polifarmacia y la automedicación por un lado, y por otro la
presencia de afecciones crónicas e invalidantes y hasta la influencia de
factores sociales y psicológicos (13).
Es fácil confundir que la capacidad funcional puede estar
dada por los cambios propios del envejecimiento o por los procesos mórbidos,
sin embargo, Rodríguez y Alfonso dejan claro que principalmente se da la
disminución de la capacidad funcional por las patologías presentes, idea que
concuerda con Pérez del Molino y cols.
El deterioro funcional es común en el adulto mayor, donde
existen causas potenciales que contribuyen al mismo como los cambios
relacionados con la edad, factores sociales y/o enfermedades; cerca del 25% de
los pacientes adultos mayores de 65 años de edad requieren ayuda para las actividades
básicas de la vida diaria (ABVD): bañarse, vestirse, alimentarse, trasladarse,
continencia y aseo igualmente para actividades instrumentadas de la vida
diaria: transporte, compras, cocinar, utilizar el teléfono, manejo del dinero,
toma de medicamentos, tareas de limpieza doméstica, lavar ropa. El 50% de los
pacientes mayores de 85 años de edad necesitan ayuda de otra persona para ABVD
(14).
Existen interrogantes sobre la existencia de la relación
entre el estado funcional y el deterioro cognitivo, interrogantes que han sido
resueltas, pues existen estudios en Kasper (1990) que han comprobado que el
deterioro cognoscitivo severo conlleva a dificultades de autocuidado (15).
Por lo anterior, como menciona Fernández-Ballesteros (2009),
es importante identificar en el adulto mayor la diferencia entre el declive
cognitivo (como un componente normal del envejecimiento) y un deterioro
cognitivo deorigen neuropatológico; por ello la importancia de integrar esta
área a la evaluación geriátrica (16), tal y como lo sugiere Rubenstein y cols.
(2007), pues el estado cognitivo es uno de los datos claves dentro de la
discapacidad funcional del anciano, ya que nos ayudará a identificar qué partes
de la exploración física necesitan una especial atención (17).
Valoración funcional del adulto mayor
La funcionalidad es fundamental dentro de la evaluación
geriátrica pues permite definir el nivel de dependencia y plantear los
objetivos de tratamiento y rehabilitación, así como instruir medidas de
prevención para evitar mayor deterioro. La capacidad del paciente para
funcionar puede ser vista como una medida de resumen de los efectos globales,
de las condiciones de salud en su entorno y el sistema de apoyo social, y que
progresivamente debe incorporarse dentro de la práctica clínica habitual y ser
el pilar fundamental para el cuidado enfermero.
La observación directa de la funcionalidad es el método más
exacto para la evaluación funcional, pero es impráctico a partir de los modelos
de atención médica por lo que el autoinforme de las ABVD y las actividades
instrumentales o intermedias de la vida diaria (AIVD) se deben corroborar, si
es posible, por un informante, acompañante o cuidador.
Para la evaluación funcional se deberá interrogar sobre lo
normal y lo anormal en cuanto a su función social, ya que el deterioro
funcional no debe de atribuirse al proceso de envejecimiento, porque se corre
el riesgo de omitir el verdadero orígen. Todos los cambios en el estado
funcional deben conducir a una nueva evaluación diagnóstica.
El estado funcional, según Hazzard y cols., puede ser
evaluado en tres niveles: las ABVD, las AIVD y las actividades avanzadas de la
vida diaria (AAVD) (4).
Las actividades de la vida diaria, actividades personales de
la vida diaria o también llamadas AVBD, son definidas como aquellas actividades
orientadas hacia el cuidado del propio cuerpo (18, 19) como bañarse, vestirse,
asearse, continencia, la alimentación y las transferencias.
Las AIVD se refieren a la capacidad de mantener un hogar
independiente, a realizar compras de comestibles, conducir o utilizar el
transporte público, utilizar el teléfono, preparación de comidas, tareas
domésticas, reparaciones en el hogar, lavandería, tomar la medicación y manejar
las finanzas. Las AAVD se refieren a la capacidad para cumplir con la sociedad,
comunidad y roles familiares como participar en la tarea de recreo u
ocupacional. Estas actividades varían considerablemente de un individuo a otro
(18).
Según Lazcano (2007) la clasificación habitual para la
función es la siguiente (9):
1. Funcional o independiente: tiene la capacidad de cuidar
de sí mismo y mantiene lazos sociales.
2. Inicialmente dependiente: requiere de cierta ayuda
externa, como trasporte o para las compras.
3. Parcialmente dependiente: necesita ayuda constante en
varias de las actividades de la vida cotidiana, pero aún conserva cierta
función.
4. Dependiente funcional: requiere de ayuda para la mayor
parte de las actividades de la vida cotidiana y necesita que alguien le cuide
todo el tiempo.
Actualmente la evaluación del anciano debe de ser
multidimensional con la inclusión del área física, mental, social y funcional;
esta última siendo un eje fundamental para identificar la función, ya que es
una de las dimensiones más sensibles en la evaluación del paciente geriátrico
dado que traduce la condición general de salud del paciente y se identifica el
grado de independencia o dependencia. Conviene recordar que el objetivo de la
geriatría es mantener la función cuando el paciente puede valerse por sí mismo
o recuperarla cuando se ha deteriorado (9).
Existen numerosas escalas que se utilizan para la
cuantificación de la capacidad funcional; estas deben ser breves, sencillas y
fáciles de aplicar para alcanzar los objetivos de ser un instrumento de
aplicación rápida y que pueda ser utilizado por personal de formación variada y
cualquier unidad de Atención Primaria.
Los instrumentos para valorar la funcionalidad que más Los
instrumentos para valorar la funcionalidad que más se utilizan en el mundo y
que han sido parte de múltiples estudios son: Katz (1963), Lawton-Brody (1969),
Barthel (1950), siendo este último el instrumento de medición de las
actividades básicas de la vida diaria más usado y recomendado por la Sociedad
Británica de Gerontología.
El índice de Barthel, también conocido como índice de
Discapacidad de Maryland está definido como: "medida genérica que valora
el nivel de independencia del paciente con respecto a la realización de algunas
actividades de la vida diaria, mediante la cual se asignan diferentes
puntuaciones y ponderaciones según la capacidad del sujeto examinado para
llevar a cabo estas actividades" (20).
Esta escala consta de 10 preguntas en las que se incluye la
valoración de las ABVD; identificando la independencia o dependencia del
sujeto. La puntuación máxima de independencia es 100 y la de máxima dependencia
es de 0, con intervalos de 5 puntos; un paciente que obtiene 100 puntos en el
índice de Barthel es capaz de mantener el control de heces y orina, se alimenta
por sí mismo, se viste y se levanta de la cama y/o silla, se baña por sí mismo,
camina al menos una cuadra y puede ascender y descender por
las escaleras. Esto no significa que pueda vivir solo; puede no ser capaz de
cocinar, mantener limpia la casa, pero es capaz de sobrellevarla sin un
asistente de salud.
La obtención de la información puede ser por observación,
entrevista al paciente o cuidador principal, con duración de dos y cinco
minutos y máximo 10. Para poder aplicarla consecutivamente, el intervalo mínimo
de tiempo es de dos semanas (20).
Para evaluar las AIVD el principal instrumento es la escala
del Centro Geriátrico de Filadelfia de Lawton. Consta de ocho parámetros y es
útil para detectar los primeros grados de deterioro funcional de los ancianos
que viven en sus domicilios e institucionalizados.
Modelos para el cuidado enfermero
Carnevalí y Enloe (1988) engloban dentro de la funcionalidad
dos aspectos: los requerimientos de la vida diaria y los recursos tanto
internos como externos para cubrir dichos requerimientos, mismos que deberán de
indagarse durante la valoración enfermera, la cual aportará datos objetivos y
subjetivos importantes de la situación que presenta el paciente, como es la
forma en que percibe su propio estado de salud, costumbres y preferencias en la
vida diaria, actividades, acontecimientos y necesidades de la vida diaria que
afectan al estado funcional de la persona o por el régimen de tratamiento,
estado funcional per se y los recursos externos y situación ambiental para el
desarrollo de la vida diaria (21).
A diferencia de Orem, Torrejón Lázaro (1994) enfoca el
cuidado de enfermería basado en la satisfacción de las necesidades a través de
las funciones administrativas, docentes, de investigación y de asistencia; y
concuerda con Orem en lograr orientar el cuidado integral de la persona
ayudando a promover, mantener y restablecer la salud (22).
Therese (1998) propone tres teorías de enfermería que
contribuyen a proporcionar una base a la práctica de enfermería: teoría de la
asistencia individualizada de Orem, teorías de la adaptación de Roy, teoría de
los sistemas de asistencia sanitaria de Neuman; estas teorías demuestran cómo
pueden llevarse a efecto los modelos destinados a la práctica de la enfermería,
donde los ancianos sean los principales destinatarios de este tipo de
asistencia (23).
Pérez Melero (2000) refiere que la atención de enfermería
debe de estar centrada en el desarrollo de programas de educación para la
salud, prevención de las complicaciones, así como el mantenimiento de la
capacidad física y mental de los ancianos, todo esto desarrollado en los
diferentes campos de actuación de la enfermera; desde la Atención Primaria,
pasando por visitas domiciliarias, hospitalizadas y en residencias asistidas
(24).
García López y cols. (2001) basan el cuidado de enfermería
derivado de una valoración extensiva no sólo a las situaciones de salud que
esté viviendo el paciente, sino a las respuestas que se puedan estar
presentando, pues según la ANA el campo de actuación de enfermería es la
práctica del diagnóstico y tratamiento de las respuestas humanas (25).
Por otra parte Stanley considera que la enfermería
geriátrica debe basarse en la actuación de estándares de enfermería clínica y
de estándares de eficacia de enfermería profesional, tal como lo establece la
ANA 2001, brindando una actuación independiente, siendo esta actuación
independiente una colaboración disciplinar en el grupo interdisciplinario de
cuidados en colaboración con el grupo interdisciplinario de cuidados con la
vertiente de influir en los resultados de salud, mejorando o conservando el estado
de salud del adulto mayor al maximizar el estado funcional de bienestar y
calidad de vida basados en planes de cuidados a partir de la valoración
integral adecuada culturalmente (26).
Guse (27) toma en cuenta para la evaluación funcional del
anciano los aspectos referidos en la CIDDM-2, y sobre todo hace hincapié en las
actividades que debe de proporcionar el personal de enfermería, pues tendrá que
auxiliar, mantener y obtener el máximo rendimiento de la capacidad; además de
ocuparse de las incapacidades y de las intervenciones oportunas de enfermería
para poder compensar y prevenir nuevas incapacidades, situación similar a la
vertida por Eliopoulos (2005), ya de acuerdo al modelo de enfermería geriátrica
sustentado en la teoría de Orem D, del autocuidado, donde la enfermera debe
fortalecer la capacidad de autocuidado, eliminar o minimizar la limitación del
autocuidado y el de asistir parcialmente (28).
En el cuidado del adulto mayor debe considerarse la
capacidad funcional que este presenta, misma que debe ser valorada, tomando en
consideración múltiples elementos como son los cambios fisiológicos propios del
envejecimiento y distinguirlo de las modificaciones que provocan los procesos
mórbidos, implicando la pérdida de capacidad funcional para desempeñar las ABVD
como lo menciona Rodríguez y Alfonso (2006).
Torres-Egea (2006) refiere que el profesional de enfermería
debe adoptar un modelo teórico del cuidado a partir de la concepción de ser
humano que tenga, y las características de los usuarios que van a ser el blanco
del cuidado.
Conclusiones (discusión)
Una vez revisada la bibliografía nos damos cuenta de la
importancia de recalcar la funcionalidad, debido a la interrelación tan
compleja de los elementos que la conforman: aspecto físico, psicológico, social
y económico, y sin perder de vista que la funcionalidad está considerada dentro
del concepto de salud y que desde entonces este ha cobrado mayor énfasis. Por
consiguiente, se tiene que buscar una manera de evaluarla, por lo que derivamos
al concepto de capacidad que es el objetivo de la valoración enfermera y de
esta manera poder direccionar la actuación de enfermería desde el modelo de
atención de preferencia, pues cualquiera que se elija siempre estará orientado
a los objetivos de la geriatría y gerontología, que será la prevención y/o
mantenimiento de la capacidad funcional y de no ser así brindar un apoyo
parcial o proporcionar rehabilitación, siempre sin perder de vista que el
paciente será sujeto de una atención integral multidisciplinar y que enfermeraía
forma parte de este gran grupo de atención al adulto mayor desde su condición
muy particular del proceso de envejecimiento hasta las patologías agregadas que
permitan cierta capacidad funcional.
Bibliografía
1. Menéndez JJ. Evaluación geriátrica. En: Gutiérrez RL,
Picardi MP Aguilar NS, Ávila FJ, Menéndez JJ, Pérez-Lizaur AB. Gerontología y
nutrición del adulto mayor. México: Mc Graw Hill, 2010, pp. 140-155.
[ Links ]
2. Organización Mundial de la Salud. Clasificación
internacional del funcionamiento, de la discapacidad y de la salud. OMS, 2001.
[ Links ]
3. Querejeta GM. Discapacidad/Dependencia. Unificación de
criterios de valoración y clasificación. Noviembre 2003, p. 18.
[ Links ]
ANALISIS
Análisis de artículo científico escalas de
valoración
Las escalas
de valoración son herramientas para que el personal del área de la salud evalúe
y cree un plan adecuado de cuidados para cada uno de los pacientes la funcionalidad en un paciente adulto mayor
de estas valoraciones son de aspecto integral que quiere decir que integra
varios aspectos al evaluar al individuo estos aspectos son cognitivo, afectivo,
factor medioambiental, soporte social, económico y espiritual, pero no todas
las valoraciones van encaminadas a los mismos aspectos hay distintos tipos de
valoraciones tanto para aspectos cognitivos como la de Lobo y cols y otras como
las actividades de la vida diaria o capacidades funcionales tales como como son
las de índice de Katz, Barthel, Lawton-Brody que miden las capacidades reales
del adulto mayor en conclusión las valoraciones en geriatría deben de ser
integrales para conocer bien las deficiencias y las capacidades del adulto
mayor para así poder planear y ejecutar cuidados de enfermería acordes a cada
uno de los pacientes geriátricos.
ACTIVDAD
completa la siguientes palabras
_ A _ _ _ _ C _ _
_ _ C _ _ _ S
_ E _ _ D_ _ _ T _
_ _ D _ _ E _ _ _ _ _ _E
_ C _ _ _ _ D _ _ _ S
D _ _ R _ _
I _ _ _ _ U_ E_ _ A _ _ _
completa la siguientes palabras
_ A _ _ _ _ C _ _
_ _ C _ _ _ S
_ E _ _ D_ _ _ T _
_ _ D _ _ E _ _ _ _ _ _E
_ C _ _ _ _ D _ _ _ S
D _ _ R _ _
I _ _ _ _ U_ E_ _ A _ _ _
VIDEOS
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